Proyecto
Texto de:
Laura López Reñé
Escritura y fotografía
CUANDO CIERRO LOS OJOS
Vivimos pensando en lo que se fue y soñando con lo que vendrá, imaginando lugares que no existen e idealizando momentos que nunca volverán.
Mientras nuestra mente baila entre fantasía y realidad, perdemos de vista lo que tenemos más cerca y dejamos de reparar en ello, de prestarle atención, de darle la importancia que merece. Andamos por la vida de puntillas, demasiado deprisa; pasando por alto los pequeños detalles y olvidando abrazar lo sutil e intangible de cada instante.
Han pasado unos cuantos años desde la última vez que estuve allí y sin embargo, si cierro los ojos, aún puedo volver. Oír el canto de los pájaros mientras el sol asoma tímidamente entre los árboles y calienta mis mejillas. Sentir el crujir de las hojas secas bajo los pies y el frío de la mañana calando en mis huesos. Andar sin rumbo y encontrar siempre el camino de vuelta, por pura intuición. Sumergirme en esa montaña que fue hogar y ahora es refugio, aunque sólo sea en mi imaginación.



Aquella casa y el bosque que la rodeaba son el lugar al que regreso, una y otra vez, cuando siento que me pierdo; cuando necesito, por unos instantes, sentirme niña de nuevo. Allí es donde puedo detener el tiempo y reencontrarme con mis raíces, hundir los dedos en mi memoria y rebuscar en lo que fui para comprender quién soy hoy.
Nunca pensé que algún día debería despedirme de aquel lugar, que habría un último viaje de vuelta a casa contemplando las últimas luces de la tarde desde la ventana trasera… Tampoco llegué a intuir cuánto echaría de menos todo aquello ni a imaginar que la nostalgia crecería conmigo día tras día. Supongo que nos pasa a menudo: no somos conscientes de lo que tenemos hasta que se nos escapa de entre las manos, hasta que de pronto –como en un suspiro– se convierte en recuerdo.


Quizá por eso, ahora, cada cierto tiempo, una parte de mí ansía huir del asfalto, escapar de la ciudad y llenarse de aire fresco. Porque cuando me encuentro en el corazón de la naturaleza, siento algo que no me sé explicar; algo que sin lugar a dudas sería menos intenso de no ser vivido como algo efímero, fugaz.
Respirar profundo y ver con mayor claridad. Recuperar una pizca de aquella sensación de libertad de antaño. Saberme, al fin y al cabo, un poco más despierta, un poco más viva. Nada menos, nada más.